29 de noviembre de 2011

MEDIEVALES EN ALCORA

    Todo comenzó en la intimidad de un grupo de amigos amantes del caballo. Soñadores de la historia que se desparrama por las laderas de un viejo castillo abandonado. Otrora santo y seña de avatares guerreros, entre la cruz y la media luna. Castillo airoso y envuelto en soledades, con hambre de voz y justicia. Origen de una comarca tan preciosa como abandonada de la mano de Dios y de los hombres, pasada a fuego, labrada de bancales yermos y anárquicos pinares. L’Alcalatén.  Castillo montaraz y altivo, entre nubes grises y cielo azul conformando su enseña heráldica. Todo comenzó hace poco tiempo, con una cena a sus pies rotos por el olvido, en agradable velada, un caluroso verano.   
 
    Viajeros por el mundo de la recreación medieval, contactando con personas amantes de este arte de rehabilitar, y creo que digo bien, revivir la vida y obras del siglo XIII, tan apasionante como lejano en el tiempo. Así, de barbilampiños, el grupo de damas y caballeros de Urrea, se fue consolidando por los distintos escenarios medievales españoles hasta sacar espolones. Buscando el atuendo exacto y el entorno apropiado, que importa tanto o más. Aprender a vestirse, y no a disfrazarse que aunque parezca lo mismo, no lo es en absoluto. Y así, confraternizar con grupos provinciales y allende nuestras fronteras comarcales, en un intercambio cultural y amistoso que ha confluido en estas jornadas medievales que verán la luz este próximo fin de semana.

    Rescatar de la memoria histórica, la figura emblemática del caballero aragonés Pedro Ximenéz de Urrea, conocido popularmente como Ximén de Urrea, cuyo busto campea sobre una inclinada peana labrada en piedra, en un pequeño jardín frente a la casa de la villa. Figura de relieve en la reconquista del rey Jaime I por estas tierras, en los sitios de Burriana y de Valencia, junto a otros caballeros venidos del Aragón y la Cataluña. Un personaje de relieve, no siempre reconocido en su impronta y que aportó a la corona de Aragón, grandes servicios de fidelidad y armas. Señor de Sollana y de Alcalatén, Ximén de Urrea es el descendiente antiguo de los Condes de Aranda, que en Alcora instalaron la real fábrica en el s. XVIII, y que tanta gloria y fama le ha dado a la población en cerámica artística, constituyendo  la joya de la corona del actual Museo.

    Figura reconocida por eruditos que han escrito sobre la saga, entre otros Mn. Jaume Febrer, el Dr. Federico Michavila, el cronista oficial José Manuel Puchol, y el profesor de la universidad de Zaragoza, David Jiménez Muñoz, sobre el manuscrito antiguo de Jaime de Abiego en el s. XVI. Con esta recreación medieval, estas figuras históricas se encarnan de nuevo en una apuesta valiente y comprometida. El mismo rey Jaime I, Blasco de Alagón, Ximén Pérez de Arenós, Pedro Cornel, etc…junto a los templarios de Monzón, tutores del joven rey, a pie o a lomos de cabalgadura enjaezada con gualdrapa, se adentrarán por las calles del casco antiguo, rememorando un pasaje lejano y perdido de nuestra historia.

    Alcora necesitar con urgencia reinventarse a sí misma, volver a sonreír tras años de penas y tristeza inacabables. Este episodio de recreación histórica permite evadirse, aunque sea por poco tiempo, de una realidad cruda y difícil y adentrarse en un clima distinto y sugerente, envolvente y casi sensual, alejado de cualquier festividad conocida  muy al uso. Un cromatismo cinematográfico que ponga en valor la potencialidad de nuestra villa, fuera de la mirada cansina del uniformado cristal fabril, hoy en decadencia. Apostar por nuevas iniciativas, recuperar viejos valores que el monocultivo del azulejo arrasó, pueden ser un rayo de luz y de esperanza, tanto moral como económica. Muchos pueblos y ciudades así lo han vislumbrado, y han apostado por encumbrar sus valores autóctonos en todas sus vertientes. Ejemplos miles.

    La transformación del casco viejo alcorense en el mercado, las danzas, la música, los desfiles, las batallas. Caballeros, damas, guerreros, escribanos, clérigos, juglares, mercaderes y posaderos. Toda una retahíla de personajes revividos de la noche de los tiempos, pulularán por nuestras calles en una extraña mezcla de luces, olores y sabores. Es hora de paladear historia pasada sin olvidar el presente, ni el futuro. Evadir el espíritu y dar rienda suelta a los sentidos, es tan humano como soñar imposibles que jamás sucederán, pero que nos hace felices frente a una pantalla de cine. Lo que acontecerá en nuestra villa será real y palpable, puede que un espectáculo único e irrepetible que no se puede desaprovechar.

    Todo gracias a la valentía y arrojo de unos pocos, pero con la colaboración de muchos. Unos pocos que se han dejado la timidez colgada de una percha, y el-que-dirán en el armario ropero. Unos pocos que se enfundarán el traje medieval, dando vida a múltiples personajes reales que un día vivieron por estos pagos, y forjaron nuestra historia más cercana y próxima. Una historia tan rica y abrumadora, que inspiró a numerosos autores extranjeros en obras que ganaron fama y gloria universal. Persifal, Lancelot, Santo Grial, etc.. todos ellos llevados al cine en superproducciones de éxito y que han deformado el molde original, por otras culturas más lejanas.

    Y lo triste de todo esto es, que muchos no lo saben, que el origen real de aquellos míticos textos literarios, está más cerca de nosotros de lo que pensamos. Que los caballeros Templarios cabalgaron por estas tierras durante muchos años, con toda su influencia, poder y mística. Y que ya es hora que nosotros, concienciados y serenos, engrandezcamos por derecho propio, lo que fue nuestro y nos pertenece. Esta es una gran oportunidad para disfrutar, gozar y reflexionar sobre ese potencial, nuevo y a la vez viejo. Lamentablemente siempre coaccionado y reprimido, por complejos  tan absurdos como miserables y letales. Quien tenga ojos que vea, y oídos que escuche.


Non nobis Domine, non nobis, sed nomini tuo da gloriam.



VICENT ALBARO